A 14 AÑOS DE UNA DENUNCIA CONTRA GRONDONA Y TORNEOS Y COMPETENCIAS

23 DE SEPTIEMBRE DE 2001
Página/12

VICTOR HUGO MORALES Y EL PODER EN LOS MEDIOS

Entre Grondona y Torneos y Competencias dominan el 90% del periodismo deportivo

El periodista uruguayo, radicado en Argentina desde hace 20 años, apunta y dispara contra los propietarios de los derechos de transmisión del fútbol argentino y el presidente de la AFA. Frente a la demanda de Carlos Avila, dice: “Unos pocos se han hecho millonarios con un negocio perverso”.

Víctor Hugo Morales recuerda que recibió la noticia de los atentados en Nueva York y Washington, un rato después de un partido de tenis frente a Norberto “Beto” Outes, aquel 9 de Independiente de fines de los setenta. El cruento episodio lo conmovió, como a todos.

La demanda por daños derivados de una “campaña de desprestigio” que le iniciaron el presidente de Torneos y Competencias, Carlos Avila, y el director de esa empresa, Luis Nofal, tiene para Víctor Hugo Morales una razón principal.

“Será porque siempre digo que hay un negocio perverso en el fútbol, un negocio que le ha servido a los pocos que se han hecho millonarios con eso. Y pienso que los responsables son Grondona y los dirigentes que abonan todo lo que él resuelve. Creo que su actitud tiene que ver con mis opiniones al respecto”, dice apuntando, obviamente, sobre Avila.
La historia de cruces verbales entre Víctor Hugo - basta llamarlo así en Argentina hoy, para saber de quién se trata - y los “dueños” del fútbol argentino por televisión (el mencionado empresario y Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino) no se inició con este litigio ni mucho menos.

Desde sus tribunas de opinión - siempre en el programa Competencia por radio Continental, eventualmente en televisión, desde la conducción de Desayuno, por canal 7 -, Morales lleva adelante una cruzada personal, casi quijotesca con lo que él llama “monopolio” del fútbol televisado.

Torneos y Competencias tiene la propiedad de la difusión exclusiva de las imágenes de los campeonatos oficiales de fútbol argentino hasta 2014.

Y también participó activamente en el negocio de la transmisión de los partidos de la Selección Argentina, durante las eliminatorias para el Mundial Corea-Japón 2002.

Sobre sus críticas a Grondona en particular, el relator de fútbol más popular de la Argentina - título virtual que ostenta casi desde su llegada a la Argentina, hace veinte años - dice:

“Me enfrento con él porque critico cosas que están mal. Siempre pasa que el protagonista se enoja mucho porque está acostumbrado a ser mimado y tolerado por un establishment de protección que les cambia el humor y los convierte en incapaces de recibir críticas. Sólo están preparados para el elogio”

- ¿Siente que está enfrentándose a un adversario muy grande?

- Tienen mucho poder. Inventan periodistas, y acceden a ese círculo solamente aquellos que abonan sus convicciones. Mantienen un dominio sobre los periodistas propios y sobre los que sueñan con ser contratados algún día por ellos, y esto es tremendo para la ética de la profesión.

Está el caso de un periodista X que trabajaba en la revista Noticias mientras Adrián Paenza aún trabajaba dentro de Torneos y Competencias. Ese periodista X, cada vez que le hacía una nota a Avila, lo llamaba para preguntarle qué le parecía y a los dos días lo volvía a llamar para pedirle trabajo. Lo lamentable es que esta persona X era un tipo con ideas muy buenas que, estimo, ya habrá perdido dentro de Torneos y Competencias.

Con esto quiero decir que una vez que pasás a formar parte del monopolio, si no tenés chapa propia, sos parte de un ejército de personas adheridas a un discurso elaborado a conveniencia y determinado por el poder.

Torneos y Competencias es dueño de casi todos los programas de televisión, de El Gráfico, de la parte de deportes de Ambito Financiero, de parte de Clarín, ojo, un medio como el grupo Clarín con el cual no puede escupirse el asado.

La obediencia debida de los que sueñan con entrar al medio, sumada a la seducción que implica el poder de Grondona - que le da a determinados periodistas una exclusiva, una primicia o le paga la invitación a un restaurante donde los deja comer con ellos - es tremenda. Hay muchísimos periodistas que de jovencitos se hicieron con él y que se sienten halagados porque los tutea o porque les habla con cariño.

- Su descripción de Grondona es la de un caudillo de la vieja escuela política...

- Ni más ni menos. Si vos no rompés cadenas con eso, sos prisionero de él. Entre Grondona y Torneos y Competencias dominan más del 90 por ciento del periodismo deportivo del país.

- ¿Por qué cree usted que sucede esto?

- Tiene que ver con las pequeñas miserias humanas, que son producto de los privilegios que Grondona brinda. También es producto de los miedos, la conveniencia, complicidad o vanidad. Grondona es un hombre que ha podido manejar muchos beneficios.

Aún está pendiente la investigación de los aviones charter que llevaron a mucha gente ligada al fútbol, invitada por la AFA, a hoteles lujosos en el campeonato mundial de 1998. A una persona que te invita así, nadie le puede morder la mano. Es muy lindo para la gente ser amigo de un poderoso. En el caso del periodismo deportivo, también funciona de esa manera.

No te olvides que esta rama del periodismo está hecha por gente, en líneas generales, menos elementos de capacitación profesional. Entonces, cuando tus defensas son bajas y tus criterios también, tu personalidad es más fácil de comprar. Hay gente que se siente feliz por el solo hecho de poder decirle “Don Julio”. Entonces, ante este marco, cuando aparece un tipo que a las 7 de la tarde dice que el manejo hecho con la televisación de las eliminatorias es una vergüenza, provoca una molestia intolerable.

- ¿Vive esta oposición como una lucha solitaria?

- He quedado separado del ambiente, salvo un escasísimo grupo de periodistas que ni siquiera sé quiénes integramos.

- El antecedente directo de la postura que sostiene fue la “transmisión” simultánea del partido entre Boca y Real Madrid por la Copa Intercontinental, durante su programa Desayuno ¿Fue una manera sútil de enfrentar al poder?

- En realidad, esa decisión no la tomé yo. Simplemente participé como hincha. Moría porque las cosas se hagan de esa manera, porque hay una ley de radiodifusión que nos ampara y da manija con eso. Ojo, que no quiero mostrarme diciendo “vieron que no pasó nada, vieron que está todo bien”, porque de alguna manera las personas que se sintieron afectadas fueron tolerantes, ya que pudieron ir más a fondo judicialmente y sin embargo no lo hicieron.

- ¿A qué lo atribuye?

- Creo que los frenó el hecho de que yo era casi inimputable, porque figuro como un empleado del canal estatal. Al no poder hacerle daño a mi persona prefirieron dejar las cosas así. En definitiva, son gente de negocios y todo el tiempo se tienen que encontrar con los canales y demás. Pero estoy seguro de que, si hubiesen podido, me hubiesen perjudicado.

- ¿Por qué tiene esa presunción?

- Porque los molesto. Y ellos no pueden permitir que un tipo chiquitito comparado con todo el poder que manejan se atreva a pelearlos. El tema es que, ante determinada circunstancia, vos siempre resolvés acorde a una cosa que siempre está en tu conciencia. Siempre hay que dar testimonio de lo que pensás, aunque te perjudique.

Sostengo, por ejemplo, que me parece un negocio vergonzoso que el Mundial se televise por cable. Y no solamente lo digo, sino que también trato de demostrarlo: pego gritos, voy al Senado y demás. Todo lo que después se transformó en ley al respecto, está contenido en lo que dije en el Senado, frente a los abogados de las radios, de la TV abierta y de la TV cerrada.

- Se autodefine como difícil de corromper, ¿cuál su flanco débil, entonces?

- Les temo a los halagos. Son muy corruptores. Me ha pasado con personas sobre las cuales tenía mala opinión, y lograron comprarme afectivamente con halagos. Siempre estoy arrepintiéndome de pensar así, porque es muy difícil romper con alguien que te toca por el lado afectivo. Por eso, nunca me gustó tomar contacto con los protagonistas. Es lo que más condiciona a un periodista.

- ¿Le quedó algún resabio de sus peleas con Menotti?

- Siempre fueron por cuestiones periodísticas. Me dejó como enseñanza que todo protagonista que recibe una crítica rechaza a quién se la hizo. Es muy difícil encontrar una persona tolerante cuando recibe una crítica.

- ¿Usted se considera tolerante?

- Tengo reacciones humanas. Me pasa a veces que tengo que manejar mis controles, darme avisos internos para sobrellevar las críticas.

- En Desayuno desarrolla un estilo de conducción que parece menos crítico e incisivo. ¿Es así?

- No es mi idea hacer comentarios ácidos que aumenten la pálida de las noticias. De todas formas, es cierto que me manejo con más libertad en Competencia. En Desayuno, en cambio, puedo tener condescendencia con el productor y sus internas. Por ahí, en algún momento, aparece algo que en mi programa haría más duro. Quizás en la TV morigere un poco.

- Más allá de esas “concesiones”, ¿tiene total libertad para expresarse en los medios en que trabaja?

- No sé manejarme de otra manera. Nunca fui fácil de manejar en este rubro, y menos ahora que soy grande. ¿Quién me va a decir lo que tengo que hacer? Me pueden echar, pueden no renovarme contrato o criticarme por afuera. Pero jamás me van a decir “quiero que hagas tal cosa”.

- ¿Usted se opone al gerenciamiento y a la privatización de los clubes del fútbol?

- Absolutamente.

- ¿Cómo presagia el futuro del fútbol en un contexto generalizado de privatizaciones?
¿ Puede ocurrir lo mismo que sucedió con las empresas estatales?

- Es probable, pero existe un solo problema para los inversores: la sociedad ya sabe lo que le pasó al país. Es preocupante el proyecto de privatización de los clubes de fútbol llevado adelante por Mauricio Macri. Hay grupos empresarios y financieros que quieren apropiarse de manera indebida de un valor no económico sino social, pero no tiene que ser tarea fácil para ellos.


Dado el caso, vamos a ver si el gobierno radical, en vez de operar para que estas sociedades tengan cabida, les pone las trabas que les tiene que poner y comienza por cortarles los privilegios de los que gozan siendo sociedades sin fines de lucro.