Ocurrió el miércoles 3 de marzo de 1999 durante un partido amistoso de fútbol. El presidente de Boca Juniors era MAURICIO MACRI. La barra brava de LA DOCE entró a la cancha porque el jefe de seguridad del club les abrió la puerta y el dueño de la agencia de seguridad del club liberó la tribuna donde estaban los hinchas funebreros. Ambos jefes, el de seguridad y el de la agencia privada eran comisarios federales y fueron designados por MAURICIO MACRI porque eran amigos personales.
LA VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA EN BOCA JUNIORS
Se jugaba un amistoso más. Hasta que llegaron los bárbaros y conocidos de siempre para transformar el fútbol en sangre. Pareció un operativo diagramado con alevosía.
Eran las 9.47 de la mañana soleada de ayer. Habían pasado 40 minutos del partido de entrenamiento que jugaban Boca y Chacarita en la Bombonera. Basualdo se disponía a iniciar un contraataque. El campeón ganaba 3-0, ante unas 400 personas. VER VIDEO AL FINAL DEL ARTICULO
Unos 80 hinchas de Chacarita miraban el encuentro desde la tribuna popular que habitualmente ocupan los socios locales en los partidos oficiales. Otros 300, simpatizantes de Boca, seguían el amistoso desde la platea baja. Empezaron los cantos más folclóricos que agresivos. Con insultos incluidos. Que vos sos de la B, que vos sos boliviano...
A las 9.11 Palermo puso el 1-0 y los hinchas de Boca se burlaron del arquero de Chacarita. Los de San Martín respondieron con un aliento sostenido para sus jugadores. Boca estampó luego el 2-0 y subieron de tono los cánticos boquenses. Otro gol más del equipo de Bianchi (el 3-0) y las cargadas hacia los de Chaca eran la gran atracción de la gente de Boca. Pero todo era parte del juego.
Antes, a las 8, diez hinchas de Chacarita habían ingresado al vestuario de su equipo. Luego, los encargados de la seguridad del estadio -alrededor de 10- los llevaron hasta la platea baja. No estuvieron mucho tiempo allí. Porque se resolvió que, junto al resto de los simpatizantes de Chacarita, ocuparan la popular local.
EL OPERATIVO CRIMINAL
A las 9.45 cuatro autos (dos Peugeot 505, un Fiat Palio y un Ford Falcon) que llevaban a unos veinte barrabravas de Boca llegaron hasta el portón de entrada al club, sobre la calle Del Valle Iberlucea.
El mismísimo jefe de Seguridad del estadio, el comisario Pedro Santa Eugenia, hombre de extrema confianza del presidente del club, Mauricio Macri, fue quien personalmente les abrió esa puerta.
Los de la Doce dejaron los autos en la playa de estacionamiento, saludaron afectuósamente a los agentes de seguridad de la agencia de seguridad privada Bank Prot del ex comisario Walter Martínez, otro hombre de extrema confianza del presidente del club Mauricio Macri, e ingresaron por la puerta 14 a la tribuna donde estaban los hinchas de Chacarita.
De repente, todos se olvidaron del amistoso. El nuevo centro de atención fue el sector donde estaban los hinchas de Chacarita.
Basualdo paró la pelota, no quiso avanzar un paso más. Bianchi saltó del banco enloquecido. El árbitro del partido detuvo el juego. Otros jugadores se agarraron sus cabezas. La Bombonera enmudeció. Sólo se escucharon los gritos de los vándalos. Un dale Boca violento y doloroso. La mañana soleada iba a cambiar de colores.
Un grupo de entre 20 y 30 masculinos, barrabravas oficiales de Boca e incluso con remeras oficiales del club, comandados por los hermanos Di Zeo, el Oso Pereyra y otros personajes de fondoso prontuario, ingresaron a la tribuna - por una pequeña puerta lateral - corriendo y a los gritos. Y con cuchillos, navajas, maderas de un metro de largo y todo tipo de metales con puntas afiladas (que incluían hasta un gancho de carnicería), atacaron salvajemente a los visitantes. Estos, sorprendidos, apenas atinaron a correr desesperadamente hacia el sector próximo a la platea baja. Ninguno tuvo tiempo ni fuerza para enfrentar a los violentos.
El operativo comando parecía diagramado con perfección y alevosía. No todos los de Chacarita pudieron escaparse. Algunos quedaron encerrados y sufrieron tremendas golpizas, patadas, palazos y puntazos.
Una señora rodó escalones abajo, presa de la desesperación. Los padres que estaban con sus hijos corrieron, atemorizados, para protegerlos de la barbarie. Fue patético ver a un señor con sus cuatro chiquitos inmovilizado en el medio de la tribuna. Otros jóvenes, también aterrorizados, quedaron encerrados contra los plásticos que separan ambas tribunas.
Una de las dos banderas de Chacarita que colgaban del alambrado se transformó en un preciado botín de guerra, que dio pie a una encarnizada lucha. Los jugadores de los dos equipos se colgaron del alambrado y pidieron a los gritos clemencia para las víctimas.
El estridente Paráaaa! paráaa! dirigido hacia los violentos por los jugadores estremeció el estadio. Algunos futbolistas, incluso, llegaron a pegarle patadas al alambre cuando la pelea se acercó a ese lugar.
NNi se los vio. La impotencia fue el único sentimiento que brotó de jugadores, técnicos, simpatizantes locales y periodistas. Nadie pudo hacer nada.
Porque sólo los violentos podían entrar al sector del combate en ese momento. Los bárbaros creyeron cumplida su misión cuando la totalidad de los hinchas de Chacarita salió por la puerta 17 - abierta sólo después que se iniciaron los incidentes - huyendo del horror. Fue la misma puerta por donde los barrabravas escaparon hacia la impunidad.
En el estacionamiento, mientras los de Chacarita seguían corriendo, los cuatro autos estaban listos para sacar a los agresores. Salieron por un portón que da a la calle Villafañe. Tenían la llave para abrirlo.
A las 10.20 un pibe de unos veinte años sacó su cabeza de entre sus piernas. Estaba conmovido. Temblaba. Había quedado encerrado contra uno de los plásticos que dividen la platea y la popular. El terror había pasado. Preguntó a unos hinchas de Boca que trataban pero no sabían cómo ayudarlo: ¿Cómo salgo de acá?.
En la Bombonera había más preguntas que respuestas. La mañana, mientras tanto, seguía soleada. Y el presidente de Boca, Mauricio Macri, veinticuatro horas después de la barbarie sigue negándose a atender el teléfono.
Fuentes: diarios Crónica, la Nación, Clarín, Olé y Torneos y Competencias del 4 de marzo de 1999
