EL ACOSO VERBAL CALLEJERO ES VIOLENCIA DE GENERO


¿Cuáles son las diferencias entre halago, piropo y acoso callejero?

Son tres actos de habla distintos, por los elementos que componen la situación comunicacional, desde el lenguaje corporal, el tono, los marcadores discursivos, hasta los roles de los participantes.

¿De qué depende que se configure el acoso callejero?

El contexto, el cómo, dónde y cuándo, el tono, la postura. Es una forma de intimidación, es hostigamiento constante en la vía pública. Lo tenemos tan naturalizado que cuando una chica reacciona, la miramos mal a ella en lugar de preguntar qué pasó. Cuando una chica se queja, le decimos que le tiene que gustar, que por lo menos significa que es linda, como si todo lo que tuviéramos como objetivo en la vida fuera la mirada masculina.




Halago

Un halago se da entre personas, indistintamente de su género, y entre conocidos o, en caso de ser desconocidos, son ciertos marcadores discursivos que muestran al interlocutor que la intención es respetuosa. Si nos ponemos a pensar en las interacciones que tenemos con desconocidos en la calle cuando pedimos la hora, cuando queremos avisar que se les cayó un papelito o que tienen el cierre roto, cuando queremos pedir cambio, incluso a veces cuando queremos saber el precio de algo, decimos “disculpá” antes. De esa manera reconocemos al interlocutor como tal y como persona que quizás estamos interrumpiendo. Una de las cosas siempre surgen es que los varones preguntaban si no pueden entonces decirles nada de nada por la calle, y nosotros decimos que si quieren decir algo lindo a una chica al menos que digan “disculpá, ¿te puedo decir algo?” de modo de que la mujer tenga opción de aceptar o no esa interacción. Y es que ése es el código que manejamos para todo menos para los piropos.

¿Cómo define un piropo, entonces?

Los piropos son comentarios halagadores no es lo mismo que decir que son halagos que hace el hombre sobre la mujer. Hoy en día el piropo ya no es el verso poético rimado, hoy en día se limita sencillamente a “qué bonita”, “sos hermosa” y expresiones que lo único que expresan es esa admiración por el aspecto de la mujer. Pero en esta interacción, y muchos hombres lo han resaltado como la “gracia” de piropear, lo que vale es el impulso, la espontaneidad. Claro que lo que para ellos es espontaneidad para la mujer es una acción que avasalla su libertad de decidir si participa o no, en tanto se le impone de la nada y sin siquiera darle tiempo a reaccionar. Peor aún, si analizamos el acto de habla, el hombre al emitir esa opinión al pasar, sin esperar respuesta y, sobre todo, no reconociéndola como interlocutora, la ubica en el lugar del tema del mensaje, es decir, el objeto sobre el cual se habla y no la persona a la que se le está hablando. Así como es molesto cuando la gente habla de uno como si no estuviera presente, es molesto para muchas mujeres porque tienen la misma sensación de deshumanización. No es violento en sí, a muchas mujeres que no lo piensan tanto les gusta y es perfectamente válido, pero no podemos dejar de oír a las mujeres que están expresando que a ellas les incomoda porque las hace sentir objetos, menos que menos siendo que la situación comunicacional está claramente ubicándolas en ese papel.