Con el compromiso de controlar la deuda de los clubes y luchar contra la violencia, el hombre que maneja el fútbol desde 1979 consiguió una tregua del Gobierno Nacional para comenzar su noveno ciclo. Pero se le complicará cuando deba tratar con el nuevo interlocutor gubernamental Carlos Zannini, un duro que nunca estuvo de acuerdo con el manejo que se hace de los clubes desde la AFA
El presidente de la AFA no completará el mandato y paulatinamente se convertirá en una figura honoraria; José Luis Meiszner y Germán Lerche, cabezas respectivamente del grondonismo histórico y de la renovación controlada, corren detrás del sillón de Viamonte 1366.
Apenas habían pasado unos minutos de las nueve de la noche cuando la asamblea de la AFA confirmó la octava reelección de Julio Humberto Grondona como presidente. Los 46 de los 49 integrantes del cuerpo que pudieron acceder al tercer piso del edificio de la AFA -los representantes de Atlético de Rafaela, Vélez e Independiente quedaron varados afuera- pusieron la boleta del veterano líder en el cuarto oscuro. Puertas para adentro, Grondona ganó por goleada, tal como presagiaban sus laderos de siempre.
Sin embargo, fronteras afuera de Viamonte 1366 el dirigente de Sarandí ya no es el patriarca que supo ser. Ayer, como nunca, quedaron expuestos tres de sus flancos vulnerables.
Su relación con el Gobierno Nacional se asemeja a la economía brasileña: comienza a enfriarse peligrosamente.
Si dicha relación gozara de buena salud, el empresario de medios Daniel Vila no habría podido montar su propio show en la puerta de la AFA, con asamblea paralela incluida.
"Lo que pasó es una advertencia", razonaron en la calle Viamonte luego de que Don Julio renovara su mandato por otros cuatro años. Una orden de la Casa Rosada habría bastado para que Vila fuera desalojado por la Policia Federal de las inmediaciones de la AFA. La orden jamás llegó. "No hay una decisión de soltarle la mano. Grondona sigue siendo nuestro, por ahora …", indicaron fuentes oficiales. Pero... siempre hay un "pero". O un condicionante: "Hay un mensaje: que se cuide, no tiene la vaca atada".
Por una vez, el momento en que se desarrolló la asamblea no favoreció al mentor del "Todo Pasa".
Cinco días antes de la elección presidencial nacional es un tiempo demasiado exiguo como para correr el riesgo de la identificación con Grondona. El progresivo deterioro de la imagen pública de Don Julio encendió las alarmas en Balcarce 50. La aparición de un socio del Gobierno - Grondona, como presidente de la AFA, firmó el contrato del Fútbol Para Todos - en una cámara oculta, pegado a dinero negro, testaferros y tráfico de influencias fue el último eslabón en la cadena de acusaciones contra el líder afista.
El operativo despegue se inició desde la pantalla de la TV Pública. En el noticiero Visión 7, se hicieron eco de la filmación que compromete a Grondona y otros dirigentes.
"El Gobierno manifestó su apoyo a la constitucionalidad de la AFA y la continuidad de la elección por el voto de la asamblea. No obstante, entiende que para la continuidad de una relación sana es necesario que cambien muchas cosas", razonó un asambleísta - que pidió anonimato - con llegada al sillón presidencial.
En sus dos alocuciones de ayer, Grondona habló de "cambios" y "mejoras". La primera, de casi dos minutos. Y la segunda, de algunos segundos, luego de recibir el apoyo de los dirigentes.
¿Qué deberá modificar la AFA? Los ejes son dos.
Por un lado, al Gobierno Nacional le preocupa el elevadísimo nivel de deuda de los clubes argentinos - un informe de comienzos de año reveló que el pasivo de las instituciones de primera trepa hasta los $ 1.121 millones-. En los próximos meses y presionado por el Poder Ejecutivo, Grondona podría anunciar mecanismos que tiendan a controlar el rojo de los clubes. No se descarta que la casa del fútbol contrate a las más importantes auditoras internacionales para examinar las finanzas de las instituciones.
El otro tema que inquieta al Gobierno Nacional es la violencia en las canchas. De acuerdo con lo que se pudo reconstruir, el presidente de la AFA habría aceptado – después de un ultimátum recibido desde la Casa Rosada, hacerse cargo en forma íntegra de los operativos de seguridad en los partidos.
Ambos asuntos serán vitales de aquí al mes próximo. El Gobierno Nacional tiene el dulce que necesita Grondona para alimentar a los clubes: los millones que aporta el Fútbol Para Todos.
Si bien de acuerdo con el contrato original la AFA ya debería recibir $ 850 millones, la cifra está congelada en los $ 600 originales. Es que en el Gobierno Nacional se les està acabando la paciencia. "Hay una negociación abierta. Nada está cerrado", admiten tanto en la AFA como en el Gobierno. Lo que parece claro es que, en las actuales condiciones, los clubes no recibirán los $ 1000 millones con los que soñaban hasta hace pocos días. Y si no hay cambios por parte de Grondona y de los clubes, no habrá aumentos.
Menos cuando, luego de las elecciones de este próximo domingo , el interlocutor de Grondona en la Casa Rosada pasará a ser Carlos Zannini, secretario legal y técnico de la presidencia. A diferencia de Aníbal Fernández, quien todavía comanda la Jefatura de Gabinete, Zanini siente mucho menos afecto por el líder de la AFA y en privado no se priva en opinar que hasta no lograr el alejamiento de Grondona de la AFA, será imposible curar de sus males al futbol argentino.
Las negociaciones entre Gobierno Nacional y la AFA de todas formas, quedarán para más adelante.
En lo inmediato, los grondonistas buscarán que su líder se recupere lo más pronto posible. En lo que fue su primera aparición pública de los últimos dos meses, Grondona lució desmejorado tras someterse a una operación de intestino en el Sanatorio Mitre. Perdió varios kilos y algo de energía, lo cual se tradujo en su apagada voz.
En cambio sí cumplió con todas las tareas que le exigía el estatuto, pero cuando hubo que ponerse enérgico, la voz cantante de la asamblea fue la de José Luis Meiszner, secretario ejecutivo de la entidad. Suya fue la frase más original de la noche: "Ni el mismísimo (León) Trotsky se animaría a criticar esta forma de representación". Una vez que pudo salir de la sede de la AFA, Grondona enfrentó a la maraña de periodistas y, sin pronunciar palabra, se subió a una camioneta.
Poco después viajó a Zurich, acompañado por su hija Liliana y su yerno. En territorio europeo visitará una clínica y se dedicará a la FIFA. Según se supo, tiene un chequeo programado en una clínica porteña para fines del mes próximo. A partir de ahora, la salud condicionará su exposición pública. "Atenderá a todos en Sarandí y vendrá menos a la AFA", aseguran cerca suyo. Tendrá mucho más tiempo para pensar.
Ser el hombre más poderoso del fútbol argentino durante 11.877 días tiene sus costos. Sabe de memoria que le sobran enemigos. Y que ya no tiene la misma vitalidad para enfrentarlos que hace 20 años.
2) Por qué se largó (ya) la sucesión
Julio Humberto Grondona acaba de comenzar a transitar su noveno mandato al frente de la AFA. Pero es un secreto a voces que no completará el ciclo ni estará en el sillón presidencial de Viamonte 1366 hasta octubre de 2015. Progresivamente irá delegando el poder y su figura se convertirá en más honoraria que fáctica. Entonces, llegará el día sobre el que tanto se ha especulado: después de Grondona, ¿qué? Mejor: ¿quién?
Hasta hoy son todos grondonistas. Nadie por estos días se atrevería a criticar a Don Julio. Sólo se escucharán loas. Pero mañana, cuando la sucesión tome un espacio central, aparecerán los matices.
Son fáciles de identificar; surgen dos líneas: un ala grondoniana o grondonista, encabezada por José Luis Meiszner, ex presidente de Quilmes y secretario ejecutivo de la presidencia de la AFA, y otra renovadora o del interior, liderada por el presidente de Colón de Santa Fe, Germán Lerche.
Detrás de cada figura brotan sus laderos. Luis Segura, Miguel Angel Silva y José Lemme se presentan como la primera línea de respaldo para Meiszner.
Mientras que Mario Contreras, Gustavo Ceresa y Salvador Stumbo son las principales caras visibles que sostienen a Lerche. No aparecen nombres rutilantes; sí, personas de un perfil casi subterráneo. No es casual, en absoluto.
Paradójicamente, desde los cinco clubes grandes no se eleva ningún apellido que tenga consenso ni arrastre adhesiones. Ninguno.
Y dirigentes como Fernando Raffaini (Vélez) y Nicolás Russo (Lanús), con buena imagen y capaces de ofrecer gestiones prolijas y elogiables en sus clubes, quedaron desactivados por hacer pública en algún momento su oposición a la inoxidable gestión de Grondona.
River, más allá del descenso y con Passarella al frente, ha quedado desplazado en los pasillos del edificio de Viamonte. Boca, Independiente y Racing se han concentrado en sus procesos eleccionarios internos y San Lorenzo vive en estado de ebullición interna.
Increíble, pero ninguno de los grandes gravita en esta historia tan trascendente para el futuro del fútbol argentino. Así se puede entender que un club del interior que hasta 1995 estaba en el ascenso, como Colón, puede soñar con elevar a su presidente al máximo sillón. El vacío de poder -y la falta de credibilidad- dejado por los más poderosos explica varios cabos sueltos.
Detrás de las dos líneas apuntadas, Meiszner y Lerche, no surge hoy ningún tercero en discordia.
Pero todos los dirigentes que hasta aquí se han mostrado alejados de la situación, como Russo, Enrique Lombardi (el nuevo conductor de Estudiantes), Carlos Eguiazu (vice, pero mano fuerte de Rafaela) y el tibio tridente opositor integrado por Raffain i- Bugallo - Lorente, ¿qué posición tomarían? Idealmente, pedirían elecciones.
Pero vale aquí aclarar que el artículo 25 del estatuto de la AFA establece que se puede llamar a votación sólo en un caso: "Si quedara vacante el cargo corresponderá elegir presidente por el lapso faltante".
Meiszner, de 65 años, peronista, fiel y leal soldado de Grondona. La voz legal de la AFA, mano derecha de Don Julio, representa la política dura de la entidad, el hombre que se acostumbró a aleccionar a sus pares en varias cruzadas. Si, mañana, la idea es que nada cambie... éste es el hombre.
Si Grondona prefiriese oxigenar la figura presidencial, pero siempre con alguien de estrecha confianza, escala posiciones Lerche. El presidente sabalero desde 2006, de 45 años, de extracción radical, no paró de subir peldaños en las últimas temporadas. Con la gestión en Colón como su carta de presentación, consiguió que la Argentina jugase en su cancha la Copa América de este año y ascendió hasta secretario de selecciones nacionales. Una figura creciente que atrapa las voces del interior del país.
Y el Gobierno, socio activo y vital de la AFA, ¿qué piensa? ¿Esbozó alguna posición, se inclinó por alguien, sugirió un nombre? No. Se cuidó de no fogonear ningún apellido porque considera que no es necesario mostrar sus cartas ahora. Esperará que los acontecimientos lo inviten a participar, nunca antes.
Su hombre, el infiltrado futbolístico, siempre ha sido Aníbal Fernández, jefe de Gabinete, alguien de estrecha vinculación con Meiszner. Tanto que Andrés Meiszner, hijo de José Luis, es el director del Renar, el Registro Nacional de Armas. Es decir, está bajo la órbita de Fernández. Por este lado, Meiszner tendría un ladero fundamental para sus aspiraciones, pero Fernández (1° candidato a diputado provincial por el kirchnerismo) perderá peso en el Gobierno tras las elecciones.
Se sabe que Carlos Zannini, secretario legal y técnico de la Presidencia, pese a su nulo conocimiento de los recovecos futboleros, ya asumió las funciones - y el poder- de Fernández. Punto en contra para Meiszner. Aunque Lerche no está mejor: no lo respalda ningún delfín político, su flanco más vulnerable.
