La AFA está fracturada en dos bloques con intereses que parecen irreconciliables. El quiebre es total. La mayoría de los clubes de Primera están enfrentados con los del Ascenso y el interior.
Las
dos partes no sufren de la misma manera la crisis provocada a propósito desde el
gobierno nacional de Macri.
Mientras
Boca y River o los equipos grandes o intermedios de la primera divisional
apuestan a la Superliga, se las rebuscan
y no dependen por completo de los ingresos de la televisión. En cambio, las categorías menores y sus respectivos
clubes no pueden pagar sueldos, las cuentas de los servicio, etc.
Sus presupuestos, en su mayor parte, están sujetos a lo que cobran de la TV.
Está
claro cuál es el papel del Gobierno de Macri en esta disputa donde ningún
sector prevalece. Macri apostó a asfixiar a los clubes de menores recursos, a
los más endeudados, a atacar a sus dirigentes. No cumplió con el contrato del
Fútbol para Todos. Busca introducir a las SA para que los cluubes al borde de la asfixia económica, caigan en manos de los grupos privados.
Macri
influye en la AFA como si fuera el presidente de Boca o de su clase social
dominante con olvido de que es el presidente de todos los argentinos. Macri tiene
en la Comisión Normalizadora a Javier
Medin, un hombre que le responde, un abogado que trabajó en sus empresas. De
manera deliberada empuja al deporte que más aman los argentinos hacia el borde
del precipicio.
El
conflicto se agravará apenas llegue a Buenos Aires el nuevo estatuto que
preparó la FIFA. Llegará desde Zurich entre el 20
y 25 de enero.
Los
directivos de los clubes de Primera declaran que el borrador vendría con un
cambio de fondo: la proporcionalidad de asambleístas - según su propia versión
- se invertirá y ellos, los clubes de primera, especialmente los más grandes,
tendrán más poder. Si así fuere, ya no serán más la minoría en el órgano de
máxima representación que gobierna a la AFA.
Hasta
ahora, la asamblea elegía al presidente y éste a los demás integrantes del
comité ejecutivo. Con el estatuto actual votan 75 asambleístas. Con el nuevo solo
lo harían 40.
Con el estatuto tradicional prevalece electoralménte la mayoría de
clubes del interior y del Ascenso. Con el estatuto que quiere imponer Macri, la máxima categoría del fútbol nacional
contaría con 22 representantes y todo el resto del fútbol del país con solo 18.
Si
se concretara un cambio estructural como éste, el conflicto no tendría salida.
La grieta institucional se profundizaría. A menos que la FIFA determinara una
segunda intervención.
La
primera intervnción colocó al macrista y empresario concursado Armando Pérez al frente de la AFA y en los hechos fue obra del
gobierno nacional. de Macri. Mientras simultáneamente ordenaba a la AFIP y la IGJ desataran una vergonzosa persecución - disfrazada de judicial - contra los que se oponían al desembarco de la orda privatizadora en la AFA.
Si se repitiera la medida, sus consecuencias serían
impredecibles.
¿Una
desafiliación a la asociación? ¿La imposibilidad de jugar lo que resta de las
Eliminatorias? ¿Un Mundial de Rusia sin la Selección, algo que no ocurre desde
México 70?
FUENTE: Infobae y Página 12
