LOS PELIGROS DE SER MUJER EN UNA SOCIEDAD MACHISTA

La misoginia de la población, los retrasos de la Justicia y la provocación de los medios de comunicación.

Entre 2008 y 2014 fueron asesinadas más de 1.800 mujeres en situación de violencia de género. Cada año más de 200 mujeres son asesinadas y el 60% de los crímenes, el asesino es su ex o actual pareja.

Aún falta un registro único a nivel nacional para los casos de violencia de género que permita avanzar contra la problemática en el país. 

Sin un organismo centralizado que evalúe las denuncias contra la violencia de género en el país, organizaciones no gubernamentales intentan recabar información a través de las notas que se hacen públicas en los medios. Desde el Consejo Nacional de la Mujer indicaron que se está construyendo una base de datos nacional, y que la línea 144 para contención, información y asesoramiento fue de gran utilidad.

“No hay datos oficiales. Si los hubiese, podríamos ver qué distritos son los más violentos y dónde hace falta más contención a la víctima”, sostuvo Ada Rico, directora general de la asociación civil La Casa del Encuentro.

Las estadísticas de 2014 aportaron también que hubo 29 femicidios vinculados de hombres y niños, tipología que identifica el asesinato de varones que murieron al quedar en la “línea de fuego” del femicida o fueron asesinados para “castigar” a las mujeres. La mayoría de los casos, un 52%, ocurrieron en las viviendas, convirtiendo “un lugar que debería ser de protección para ellas, en el espacio donde son asesinadas”, señaló Rico.

De las 277 mujeres exterminadas en 2014, 39 tenían denuncias previas y cuatro poseían órdenes de exclusión del violento, siendo las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Salta las que encabezan la estadística trágica.

“Salta es una provincia donde se declaró la emergencia por violencia de género, pero si esa decisión no se acompaña con presupuesto, programas de contención y refugios, de nada sirve. Allí hubo 21 femicidios, la misma cantidad que en Córdoba, que tiene una densidad demográfica mayor”, analizó Rico.

En diciembre de 2014, la Legislatura de Salta aprobó la creación de un centro para recabar estadísticas que sirvan para pensar políticas de respuesta ante los elevados índices de femicidios y agresiones. El observatorio comenzaría a funcionar en tres meses.

Entre 2010 y 2014, la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) realizó informes de riesgo frente a hechos de violencia doméstica y cerca de 26 mil consultas informativas.

En 2014, los casos de violencia doméstica con alto riesgo alcanzaron al 27% de las denuncias, el riesgo medio llegó al 52% y el bajo fue del 14%.

Según datos de la OVD, en 2010 sus equipos interdisciplinarios atendieron 7437 casos de violencia, cifra que en 2014 se elevó a 10.573, registrando un 18% de incremento. Del total de denuncias recibidas, el 66% de la mujeres violentadas eran adultas, 25% niños/niñas y 9% varones mayores de edad.

Con respecto al tipo de violencia sufrida, el 96% de las personas afectadas padeció agresión psicológica; la física alcanzó al 68% de los denunciantes; la económica llegó al 36%; y la sexual fue del 10%.

En los últimos cinco años, el 80% de los casos de violencia se produjo en relaciones de pareja (incluye a ex pareja, concubinos, cónyuges y novios). Esta realidad evidencia que el ciclo de la violencia no termina con la ruptura de la relación.

Cabe aclarar que no todas las provincias adhieren al convenio con Nación, a través de la OVD. En Catamarca, “la mayoría de los datos con respecto a casos de violencia contra la mujer son proporcionados por organismos públicos, el periodismo o la acción de las organizaciones no gubernamentales”, explicó la diputada provincial Macarena Herrera.

Los medios y la Justicia.

Dado que la violencia de género comenzó a visibilizarse con los avances de la mujer en el campo laboral y la adquisición de derechos básicos, es difícil establecer si aumentó el nivel de agresión o si los medios de comunicación se interesaron en mostrar estos casos como noticia, con motivo de los cambios sociales. Sucesos que, en otros tiempos, quedaban silenciados en la privacidad del ámbito familiar o se naturalizaban como los roles o estereotipos que debían cumplir hombres y mujeres.

El abordaje de los crímenes en los medios de comunicación también fue virando y requirió cambiar una mentalidad arraigada en la concepción patriarcal, donde el hecho policial era caratulado como crimen pasional, para pasar a encuadrarlo bajo el concepto de violencia de género.

“Hoy se habla de femicidios, pero aún muchos medios continúan analizando la actitud de la víctima que ya no puede defenderse de los prejuicios”, afirmó Victoria Montenegro, subsecretaria de la Unidad de Coordinación Nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.

La apertura mental para asimilar las transformaciones sociales (matrimonio igualitario, empoderamiento de la mujer, fertilización asistida, despenalización del consumo de marihuana o ley de trata de personas) no siempre es fácil de lograr en claustros muchas veces conservadores. En la Justicia es donde mejor se puede observar la resistencia a las conquistas de las minorías.

“Es difícil entender la violencia sin comprender el contexto histórico. No podemos separar la violencia de género de la institucional. Muchas veces un proceso judicial no avanza por resabios de la Justicia”, denunció Montenegro.

Por su parte, Rico destacó el trabajo de la OVD, que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que atiende a las víctimas por violencia de género las 24 horas, los 365 días del año, con patrocinio gratuito y contención psicológica. Pero este beneficio al que pueden acceder las habitantes porteñas se encuentra alejado del resto de las compatriotas. “En la provincia de Buenos Aires los recursos son prácticamente nulos. Todo se diversifica y la mujer carece de una protección total”, indicó Rico.

Medidas y proyectos

Desde la organización que preside Rico están impulsando un debate en el Congreso Nacional, para quitarle la patria potestad al varón que asesina a la madre de sus hijos, sin necesidad de trámite judicial. “En estos años, 1403 menores quedaron sin mamá y cuando el padre recupera la libertad, vuelve a ver a sus hijos e inclusive queda a cargo. La Justicia debería resguardar la integridad física y psicológica de estos niños”, reclamó Rico.

Para Montenegro, los avances institucionales fueron importantes. “La Línea 144 permite asesorar, contener y dar soluciones concretas, como ser albergues u otros lugares de tránsito, para que la víctima pueda dejar el ámbito que le es hostil. La línea es gratuita y abarca toda la Argentina”.

El programa Ellas Hacen busca garantizar políticas tendientes a la revinculación social, educativa y laboral de 100 mil mujeres que perciben la Asignación Universal por Hijo/a y embarazo, que padecen situaciones de violencia de género y/o que se encuentran en una situación de vulnerabilidad social.

A través del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales y del Ministerio de Desarrollo Social, se firmó un convenio con el Indec para crear un Registro Único de Casos de Violencia contra la Mujer. Un paso indispensable para conocer los problemas específicos locales y lograr llegar a las mujeres que más apoyo necesitan.

Tres proyectos contra el acoso callejero

Cansada del hostigamiento diario que recibía de los hombres que trabajaban en una obra en la cuadra de su casa, Aixa Rizzo decidió presentar una denuncia formal en la Fiscalía por las intimidaciones que sufría al salir de su hogar. En el juzgado al principio pusieron reparos para tomar la imputación, por lo que Rizzo tuvo que insistir.

El caso de Aixa es uno más de los que sufren muchas mujeres en el país. La necesidad de regular la violencia mediante el acoso callejero hizo que en estos días se presentaran tres proyectos de ley, uno en el Congreso y dos en la Legislatura porteña.

Con algunas diferencias, las iniciativas proponen la realización de campañas de concientización sobre el problema y prevén sanciones que van desde multas hasta diez días de trabajo de utilidad pública e, incluso, arresto para quienes se pasen de la línea verbalmente.

La delgada línea entre el piropo y el hostigamiento torna compleja la distinción.

Según la especialista Holly Kearl, fundadora de Stop Street Harassment (hostigamiento callejero), organización sin fines de lucro dedicada a documentar, abordar y poner fin al acoso por razón de género en todo el mundo, se entiende por acoso sexual callejero a “las palabras y acciones no deseadas llevadas adelante por desconocidos en lugares públicos, que están motivadas por el género e invaden el espacio físico y emocional de una persona de manera irrespetuosa, rara, sorprendente, atemorizante o insultante”.

El proyecto del movimiento Libres del Sur, que ingresó en la Cámara baja, modifica al Código Penal para castigar el acoso sexual callejero con multas de 100 a 7.000 pesos. Dinero que se aportaría al Consejo Nacional de la Mujer para la realización de campañas en escuelas y lugares de trabajo. También establece que se debe incluir la temática en la currícula escolar, con la finalidad de prevenir y generar conciencia entre los más jóvenes sobre este tema.

Por su parte, la diputada porteña (FpV) Gabriela Alegre remarcó la necesidad de que la Policía Metropolitana cuente con un protocolo de actuación para abordar correctamente esta problemática y, evitar así, que se desestimen las denuncias.


También el legislador Pablo Ferreyra, del bloque Seamos Libres, elaboró un proyecto para prevenir y sancionar esta conducta. Los dos proyectos enviados a la Legislatura vinculan al acoso callejero con el hostigamiento, definido en el artículo 52 del Código Contravencional. Alegre lo encuadra como un agravante de esa figura; Ferreyra, en cambio, como una variante de esa contravención. Al margen de esa diferencia, ambas iniciativas se complementan.